MÚSICA, TESTIMONIO DE LO INMORTAL
El gran compositor inglés E. Benjamín Britten afirmó que “la música no existe hasta que es interpretada”. De igual manera, podemos aplicar este pensamiento a la ingeniería. Una vez que la partitura o el diseño de un proyecto se ejecuta es cuando la obra adquiere vida definitiva.
Una vida, además, que trasciende el espacio y el tiempo y que roza de esta manera la inmortalidad. Los autores de la obra artística o de ingeniería desaparecerán por la evolución natural aunque seguirán perdurables en nuestros recuerdos y en el de la Humanidad a través de su legado.
La propia obra alcanzarápor si misma un estadio posterior, pasando a formar parte de la Cultura, del llamado imaginario colectivo. La música, su sentido armónico, con su mensaje y su propia poesía nunca desaparecerá una vez interpretada dentro de nuestro propio universo.
Cuando escuchamos una bella melodía, cuyo deleite i9nterior renace cada vez que la recordamos, estamos experimentando ese poder inmaterial e indestructible cuyo paso por los sentidos queda grabado en nuestro propio intelecto.
He ahí algo maravilloso. ¿Cuántas veces en nuestros sueños o en nuestra memoria hemos vuelto a sentir acordes e interpretaciones musicales que nos conmovieron en un momento anterior? ¿Cuántas notas y melodías han sido capaces de trasladarnos a otra dimensión, a otros tiempos, a otras civilizaciones…?
Con esta tercera grabación, y segundo álbum de “Música en la Ingeniería”, los Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Industriales de Murcia, Alicante, Albacete, a los que hoy se suma Almería, nuevamente nos honramos en presentar otro espléndido trabajo de “Il Concerto Accademico”.
Esta joven orquesta, bajo la batuta de Margherita Marseglia, vuelve a dar vida, con extraordinaria profesionalidad y delicadeza interpretativa, a un conjunto de geniales obras musicales, en esta ocasión de los manos de los maestros Mozart, Puccini, Joaquín Turina y Eduardo Toldrá, consiguiendo de estga manera hacer realidad las palabras de otro genial maestro como fue Albert Einstein: “Todas las reigiones, artes y ciencias son ramificaciones del mismo árbol. Todas estas aspiraciones se dirigen hacia la vida del hombre ennobleciéndolo, levantándolo de la esfera de la existencia física vulgar, y conduciendo al individuo hacia la libertad”.
Enrique-Antonio Ros Pardo
Decano del Colegio de Murcia
PUENTES
Por segunda vez, que en realidad es la tercera después del antecedente del compacto con las admirables páginas de Las cuatro estaciones de Vivaldi y con la preciosísima Serenata de Dvorak, volvemos a hacer de puente entre dos mundos aparentemente distintos y distantes: el de la Ingeniería y el de la Música. Nada más incierto, porque son muchos los elementos y los principios en los que convergen. En el trecho del camino particularmente andado hasta ahora, merced a la sensibilidad y al fervoroso y extraordinario empeño de quienes rigen los destinos de los Colegios de Ingenieros Técnicos Industriales de Murcia, Alicante y Albacete, han quedado como hitos bien visibles, piezas de Albinoni, Juan Sebastián Bach, Pachelbel, Mozart y Tchaikovsky. Al volver ahora, con tanta o mayor ilusión que la de los tiempos primeros, con el mismo propósito de embellecer sus hogares, hemos elegido otras obras no menos bellas del siempre genial Mozart, de Giaccomo Puccini y de nuestros consagrados maestros Joaquín Turina y Eduardo Toldrá.
No se sorprendan si entre estos nombres aparece alguno poco o, incluso, casi desconocido. O si gozando de merecido prestigio, el título que les anunciamos no responde a los consabidos éxitos. No se preocupen, porque en cuanto escuchen sus obras, saldarán cualquier duda. Por supuesto, que no es éste el caso de la célebre Pequeña Música Nocturna de Mozart, con su contagiosa jovialidad del comienzo del Allegro, la placidez de la Romanza, y el desenfadado un tanto marcial del Minuetto, dejando para el final la genial vertiginosidad del vigoroso Rondo que clausura con broche de oro esta maravillosa y universal “noche de música”, que así se anunciaba en épocas no lejanas.
De Puccini, nombre glorioso para la ópera, presentamos un página de intensa expresividad, Crisantemi, destinada en este caso solamente a instrumentos de cuerda, de la que se desprenda un marchito perfume por la añoranza del ser querido. Tragedia, aunque de otro signo, la hay también, en esa suerte de pasodoble idealizado de La oración del torero, obra cumbre del sevillano Joaquín Turina, dedicada, por cierto, en su versión original, al famoso Cuarteto de Laudes murciano de los hermanos Aguilar (Elisa, Paco, Pepe y Ezequiel). Música, igualmente maravillosa, es la del catalán Eduardo Toldrá, quien en Vistas al mar, nos revela un Mare Nostrum de infinitos matices y muy tierna sensualidad, que hacen de esta obra, junto a la anterior, paradigmática del repertorio español para el tipo de agrupaciones de cuerda como la nuestra de Il Concerto Accademico.
Como despedida, querido amigo oyente, queremos agradecerle el que nos permita a Il Concerto Accademico hacer de lazarillo en el viaje sonoro que le proponemos.
Octavio de Juan Ayala
Violista de Il Concerto Accademico